domingo, 27 de mayo de 2007

MITOpenCourseWare. Accede al conocimiento de los mejores

En este blog defendemos que el conocimiento es el nuevo factor de producción de la Open Economy. Se puede entender, por tanto, que quien posea este nuevo factor y sea capaz de utilizarlo convenientemente, será quien tenga mayores oportunidades de triunfar en esta economía, que algunos siguen llamando nueva aunque ya lleve una temporada entre nosotros. Si pensamos en el conocimiento como factor, y realmente creemos que es valioso, el razonamiento más habitual que escucharemos es que debemos protegerlo a toda costa. No deberemos exponer ni transferir nuestros conocimientos para así proteger nuestra preciada ventaja competitiva. ¡Error! De nuevo reglas antiguas aplicadas a la Open Economy. El conocimiento debe nutrirse de otro conocimiento, que le complemente, le transforme y le aporte valor.

Entonces, ¿qué estrategia debemos seguir en este nuevo escenario? Tomemos el siguiente ejemplo. Si pensamos en grandes centros de conocimiento mundial, es habitual que nuestra cabeza se vaya a las grandes universidades americanas. No parece que vayamos desencaminados, según el ranking de las 500 mejores universidades a nivel mundial que publica la Universidad Jiao Tong de Shangai en un reputado informe anual. La Universidad de Harvard ocupa el primer lugar en la lista seguida de la Universidad de Cambridge. No encontramos ninguna universidad española hasta el puesto 150 (Universidad Autónoma de Barcelona).

Vamos a fijar nuestra atención en una de las universidades líderes, el Massachusetts Institute of Technology (que probablemente conozcáis por su nombre de guerra, el MIT), que ocupa un notable 5º puesto. La verdad que la posibilidad de estudiar en el MIT es tentadora pero también hay que asumir que está al alcance de muy pocos, tanto por razones económicas como “neurónicas”. Sin embargo, me resulta valiosa tan solo la idea de poder ver qué programas están utilizando líderes mundiales en conocimiento en el área de Business (benchmarking). Esto es fácil, gracias a Internet, si visitamos el sitio de la Sloan Business School y buscamos la información que deseamos (siempre que sepamos inglés, claro está).

No obstante, lo que me resulta verdaderamente tentador es poder acceder a los contenidos de los cursos (asignaturas) que ofrece el MIT para así poder estar actualizado o poder completar mi formación, aunque no sea el área de Business precisamente lo que ha dado fama y reconomiento muncial a esta institución. ¡Concedido! El MIT participa en la iniciativa OpenCourseWare en la que comparte más de 1500 cursos de 35 departamentos distintos. ¿Cómo? Sí, habéis leído bien. Si queréis poneros al día sobre gestión de tecnologías de la información o gestión de la innovación podéis ampliar vuestro conocimiento de esta manera porque el MIT ha decidido compartir todo su conocimiento con la comunidad mundial.

Por si os parece escaso este alarde de generosidad, el MIT aplica a su iniciativa MITOpenCourseWare una licencia Creative Commons 2.5 que nos permite trabajar con todos estos materiales de forma no comercial. Si lo que os ofrece el MIT no os resulta atractivo, podéis visitar cualquiera de las universidades mundiales que forman parte del OWC Consortium. A través de esta iniciativa podéis acceder a su conocimiento en condiciones semejantes.

¿Por qué pensáis que los líderes optan por exponer y compartir su conocimiento? ¿No tienen miedo de que se lo copiéis y os aprovechéis sin tan siquiera pagar matrícula? A lo mejor han entendido las nuevas reglas antes que nosotros. ¿O será que ellos son quienes las definen? Al menos ahora tenemos la oportunidad de participar estemos donde estemos.

domingo, 13 de mayo de 2007

Estándares abiertos. Sencillamente, porque no puede ser de otra forma

El caso es que llevaba algún tiempo pensando en cómo abordar este artículo y la celebración el sábado que viene (19 de Mayo) del segundo “Open Discussion Day”, me ha dado la excusa perfecta. Se trata de una iniciativa modesta, como corresponde a la escasa sensibilidad existente en torno a la cuestión de los estándares abiertos.

Podría escribir varios artículos más o menos académicos enumerando los beneficios de utilizar estándares abiertos, pero ese esfuerzo será mucho más productivo si dedico ese tiempo a contribuir a los artículos que ya existen en la Wikipedia. Me lo anoto en la lista de tareas. Prefiero dedicar hoy este espacio a poner un par de ejemplos que inviten a la reflexión a quienes no hayan dedicado hasta el momento unos minutos a pensar en la cuestión. Quienes ya lo hayan hecho pueden saltarse el resto del artículo porque seguro que ya utilizan todos los estándares abiertos que conocen. No puede ser de otro modo.

Empecemos por los protocolos de red, desde los que no vemos aunque estén ahí (TCP, IP, Ethernet, etc.) hasta los que “tocamos” a diario aunque no estemos muy seguros de su nombre (los del correo electrónico, y por supuesto los que hicieron posible la web). Internet está construida sobre los efectos beneficiosos de los estándares abiertos en los protocolos de comunicación, esto es, sobre la posibilidad de que cualquiera pueda construir servicios universales que coexistan y se comuniquen con los que ya existen. No es posible que ningún servicio que viaje sobre Internet, si de verdad tiene vocación de ser universal, pueda crear un coto cerrado construyendo barreras basadas en una especificación propietaria. Puede que tengan su momento, incluso una base de usuarios grande. Es posible hasta que quien lo creó lo venda por un buen dinero. Sin embargo acabará cediendo, abriéndose o desapareciendo como ha ocurrido en otras ocasiones. Símplemente porque Internet es así. Ahora estamos en el momento de MSN Messenger en la mensajería instantánea o Skype con la telefonía sobre IP. En ambos casos, existen estándares abiertos, Jabber para mensajería instantánea y SIP para telefonía sobre IP, que permiten elegir el proveedor y seguir interconectándose con el resto del mundo que usa estándares abiertos. En cambio, si eres usuario MSN Messenger, sólo puedes hablar con usuarios de MSN Messenger. Si eres usuario Skype, sólo puedes hablar con usuarios de Skype. ¿A alguien le parece razonable? Por simplificar, ¿alguien usaría un correo electrónico de hotmail si sólo pudiese comunicarse con usuarios de hotmail? ¿Alguien sería cliente de Telefónica si sólo pudiese hablar con abonados de Telefónica?.

Con el caso de los datos la situación es aún más curiosa, porque bajo el argumento de los “estándares de hecho” parece que la situación “está bien como está” y apenas existe debate al respecto (salvo el círculos muy reducidos). Con los documentos ofimáticos, o adopto el estándar de facto o no puedo comunicarme ni con la administración pública, que es la primera que asume que he pagado una licencia en concreto para abrir los documentos que me ofrece como administrado. El usuario ha asumido con absoluta resignación que los ordenadores se cuelgan y que los datos sólo pueden abrirse con el programa con el que fueron creados... y con suerte con una versión posterior del mismo. En general, con la misma naturalidad ha asumido que las licencias no se pagan y que los archivos que creó hace diez años nunca más podrá volverlos a abrir si la herramienta que utilizó ha dejado de existir. Una lástima. Supongo que nuestros datos no nos importan demasiado, ya que en caso contrario usaríamos aplicaciones que guarden nuestros documentos de oficina en Open Document, como por ejemplo OpenOffice, o cualquier aplicación que almacene los datos de calendario siguiendo la especificación iCalendar para gestionar nuestras agendas.

Cuando uséis servicios o programas basados en especificaciones “cerradas” pensad que la historia de Internet (corta, pero intensa) nos dice que todo lo que se ha construido con ese principio ha acabado desapareciendo. ¿Todavía alguien piensa en serio que puede imponer a todo el planeta un formato único y cerrado?

Desde Open Economy dejamos este modesto artículo como pequeña contribución a la difusión del “Open Discussion Day” y sobre todo al fomento de la utilización (o creación) de estándares abiertos. Sencillamente, porque no puede ser de otra manera.