viernes, 30 de marzo de 2007

Crear en tiempos revueltos

La protección de la propiedad intelectual siempre ha sido una cuestión de equilibrio. Equilibrio entre control y acceso. El férreo control deseado por parte de los creadores sobre el objeto de su trabajo y el acceso barato y universal ansiado por los usuarios consumidores sobre las obras creativas. Tan simple y tan complicado como eso. La ley, a través del copyright, ha sido la puerta a la que han llamado los creadores cada vez que una nueva tecnología ha permitido un mayor acceso, amenazando su control.

El conflicto actual no es nuevo, ni tan siquiera característico de esta época de Open Economy. En el pasado también surgieron nuevas tecnologías que proporcionaron copias más baratas (video, casete, vinilo, etc) y modos de difusión (radio, televisión, etc), que rompieron los mecanismos de control establecidos sobre las obras creativas proporcionando un mayor acceso. La ley, en estos casos, actuó para devolver el equilibrio. Unas veces extendiendo los derechos de los autores (concediendo cánones o estableciendo plazos de control más largos) y otras no haciéndolo (reconociendo así un mayor derecho en el acceso de los usuarios), y considerando suficientemente remunerados a los autores.

Lo que quizá sea nuevo es que nunca el control se vio amenazado desde los dos frentes a la vez, el de la copia (gracias a la tecnología digital) y el del acceso (gracias a esta maravillosa Internet). La tecnología nos ha dado, casi a la vez, la copia perfecta y la posibilidad del acceso casi ubicuo (pronto lo será). Un reto demasiado grande para los modelos de negocio basados en el control de la copia y la distribución.

No parece razonable que la solución sea criminalizar y perseguir a los consumidores finales como pretenden los del control, ni tampoco nacionalizar el trabajo de los autores bajo la bandera del acceso libre a la cultura. Tampoco debemos olvidar que no son los autores de obras musicales los únicos amenazados, aunque los medios de comunicación sólo se fijen en esta parte del conflicto. La propiedad intelectual también protege otras creaciones, como el software, el mismo software que posibilita copiar y difundir las obras musicales. Curiosa paradoja.

Resolver de una forma efectiva el conflicto es imprescindible para fomentar la innovación, que es en esencia el objetivo último que persigue la protección del copyright. Nunca antes hemos tenido a nuestra disposición un espacio de creatividad tan extraordinario como Internet ni la oportunidad de colaborar más y de forma más efectiva, de organizarnos y de crear cosas cada vez mejores... ¿vamos a pasarnos una década discutiendo modelos que no tienen ningún sentido en los nuevos escenarios tecnológicos? ¿no sería mejor dedicar todas esas energías a crear y a buscar nuevas formas de generar valor con esas creaciones que no se basen en el control?

Algunos valientes visionarios hace ya dos décadas que retorcieron las herramientas que les daba la legislación vigente e inventaron licencias geniales para el software que creaban. Otros inspirados aunque ahora enfrentados intentaron dar respuesta para otros tipos de trabajos creativos a la concesión de derechos de autor más allá del todopoderoso copyright. Iniciativas como Creative Commons nos han permitido ver que entre el todo o nada hay una amplio abanico de posibilidades en el que cada autor puede elegir las condiciones en que quiere que se utilice su obra... y saltarse los intermediarios

En Open Economy vamos a publicar, bajo una licencia Creative Commons, porque sin ser una solución perfecta, sí nos ofrece mucha más flexibilidad que el Copyright. No hemos elegido una licencia más permisiva, porque por desgracia, podría dar lugar a casos como el de “Everyone is an expert”, legales, pero indudablemente poco razonables y bastante desagradables. De nuevo los intermediarios que no aportan valor. Quizá para otras creaciones.

domingo, 18 de marzo de 2007

Innovar o innovar, esta es la cuestión

En todos los foros económico-empresariales se habla de la necesidad y la cultura de innovar como forma de competitividad y a veces simplemente de subsistencia. Parece ser que hoy en día la única salida viable para las empresas es la innovación.
A lo largo de toda la historia, las empresas han puesto en el mercado nuevos productos o han mejorado los anteriores, también han desarrollado nuevos procesos de producción, de distribución o de comercialización. Sin embargo nunca antes las empresas han afrontado tantos retos y con una obligación de respuesta tan rápida. Los cambios que se producen en nuestro entorno modifican las conductas empresariales. La estrategia de la empresa ya no se diseña analizando el entorno, sino viviendo el entorno y asumiendo su carácter sistémico.

Cuando hablamos de innovación, casi siempre pensamos en la tecnología como detonante del cambio que perjudica a unas empresas o posibilita las innovaciones de otras. La tecnología está afectando profundamente a los procesos y productos (bienes y servicios) empresariales. Las tecnologías de producción, las nuevas energías, los nuevos materiales, las tecnologías de la información y las telecomunicaciones, las tecnologías ligadas al medioambiente,...provocan, sin duda, “big-bang” sectoriales que dinamitan el orden establecido y conforman uno nuevo.

Pero no solo es la tecnología la variable que enciende la mecha de la innovación, sino que los cambios sociales, los demográficos y la globalización inciden de forma creciente en todas las organizaciones. El mundo está cambiando y esto es obvio, pero también lo es que lo está haciendo a una velocidad como nunca antes había sucedido.
En España el 27% de las empresas son innovadoras (datos INE 2006) y el 15,55% de sus ventas son debidas a productos nuevos o sensiblemente mejorados. Sin embargo España aún dista mucho de ser un líder de la innovación en Europa. La región española más innovadora según el European Innovation Scoreboard es Madrid, que ocupa el puesto 31 de un total de 208 regiones europeas analizadas. Por lo tanto aún nos queda mucho camino por recorrer e incidir en aspectos tales como el número de trabajadores en la economía del conocimiento, la industria de tecnología media y alta, el apoyo público a la I+D, las patentes, la formación continua, los servicios de alta tecnología o los servicios de investigación y desarrollo.

Además existen múltiples barreras a la innovación, que iremos viendo en sucesivos post en este blog, pero sin duda la más importante se resume en las aportaciones que Niccoló Maciavelli hizo siglos atrás refiriéndose a la innovación:“Nada más difícil de emprender ni más peligroso de conducir que tomar la iniciativa en la introducción de un nuevo orden de cosas, porque la innovación tropieza con la hostilidad de todos aquellos a quienes les sonrió la situación anterior y sólo encuentra tibios defensores en quienes esperan beneficios de la nueva”.

¿Les es familiar?

viernes, 16 de marzo de 2007

La libertad sin costes tiene muchos adeptos, la contribución algunos menos

En cualquier conversación sobre negocios de tecnología es habitual que algún avezado directivo presuma de la cantidad de dinero que su empresa factura vendiendo servicios basados en software open source. Después de un primer momento de inocencia en el que albergo la esperanza de que alguien en la tundra tecnológica en la que habitamos esté creando valor participando en alguna de las múltiples comunidades que desarrollan software bajo licencias abiertas, siempre ocurre lo mismo. Con el fin de iniciar una conversación acerca de la forma en que gestiona los recursos que aparentemente no aportan facturación a la empresa pero que parece que contribuyen al sostenimiento de un producto estratégico de la misma, hago la “inocente” pregunta ¿y cuántos recursos aportas anualmente a esta comunidad?. La respuesta siempre es la misma, un mirada fría, entre incrédula y molesta, como si le estuviese intentando fastidiar, seguida de un incómodo silencio en el que nadie sabe qué decir. En fin, haciendo amigos otra vez, acabo pensando. Cada vez que me encuentro en alguna situación de este tipo no sé qué es más duro, que realmente no contribuyan de ninguna forma a las comunidades que parasitan o que ni siquieran hayan pensado en la posibilidad de hacerlo. Estoy casi seguro de que no lo han considerado porque de lo contrario habrían desarrollado alguna excusa para no entrar en la situación que acabo de describir.

La situación no es muy distinta a la que se presenta cada vez que algún ciber-político progre de la tecnología (o al menos eso piensa de sí mismo él y los que le asesoran) se jacta de los millones de euros que se ahorra tal o cuál administración en licencias de software. ¿Por qué no presumen de los cientos de miles de euros (y todavía les quedaría balance positivo) que aportan a tal o cuál proyecto o comunidad de software libre? ¿No aportarán nada? Espero que no sea así pero tampoco pondría la mano en el fuego, que estamos en España. Iniciar una pequeña investigación al respecto me da pereza porque me aterran los resultados que puedo encontrarme, pero en cuanto disponga de un poco de tiempo lo haré y prometo compartir el resultado. Estoy casi seguro de que si realmente la aportación fuese significativa un gobernante (del partido que sea) no perdería la oportunidad de reclamar la correspondiente cuota de cariño del electorado. En mi modesta opinión, con ese tipo de actitudes descalifican cualquier esfuerzo que realmente estén haciendo. ¿Por qué les gustará tanto asociar libre con gratis en vez de con libertad? ¿Será porque no estudiaron inglés de pequeños? Y eso que de vez en cuando pasean a Stallman por las conferencias que organizan.

Mi forma de contribuir en este sentido es bien sencilla. Siempre recomiendo a quienes me piden asesoramiento acerca de tal o cuál servicio basado en software libre que les ofrece su proveedor que le hagan la pregunta con la que comenzaba esta entrada: ¿y cuánto contribuyes a esa comunidad de desarrollo? La respuesta a esta pregunta es la mejor medida no solamente de la profesionalidad del proveedor sino también del conocimiento real que tiene del servicio que vende (la discusión entre producto y servicio la dejamos para próximos artículos). Por no hablar de su ética empresarial.

Además es una forma de hacer un consumo responsable, también en tecnologías de la información. Los parásitos devoran los recursos del huesped en el que se alojan y en muchos casos lo acaban destruyendo. Confiemos en que la Open Economy sea capaz de crear anticuerpos para defenderse.

viernes, 9 de marzo de 2007

Ryanair y las cuatro P

Ryanair se muestra firme ante los nuevos tenderos digitales y dispuesta a que estos no encarezcan su producto innecesariamente sin aportar valor a sus clientes.

Parece premonitorio el post del pasado día 4 de marzo, cuando afirmábamos “la Open Economy no es apta para todo el mundo, es un enemigo implacable de los intermediarios que no aportan valor”. Días después salta la noticia de que Ryanair acusa a las agencias de viajes por Internet de encarecer hasta un 100% sus tarifas y como medida toma la decisión de no admitir las compras de sus billetes por parte de varios mayoristas virtuales.

Parece que la compañía irlandesa no está dispuesta a que los intermediarios añadan coste a sus servicios. Ryanair está posicionada en el concepto de vuelos baratos, “flight cheaper” reza su eslogan. Pensamos que este caso responde a la aplicación de uno de los principios de Openeconomy: si no aportas valor no tienes cabida, pero también responde a un movimiento claro de Ryanair por defender su posicionamiento, ya que si el coste final repercutido por los intermediarios es superior e incluso dobla, como denuncia la compañía, los precios diseñados por ella misma, ésta corre el riesgo de perder el control sobre una de las cuatro herramientas del marketing.

De todas formas, volvamos no a una, sino a las cuatro P del marketing y analicemos el caso con un poco más de profundidad. Para cualquier compañía tener el control de las cuatro P (product, price, promotion and placement) es vital para poder controlar estratégicamente la empresa.
Si Ryanair permite que grandes operadores por Internet revendan sus billetes, el riesgo que asume es perder el control sobre:

  • La variable precio, lo cual implica perder el control sobre el posicionamiento principal de la empresa, esto es, precios baratos o mejor dicho, los más baratos.
  • La variable producto, ya que según denuncia Ryanair estos intermediarios proporcionan términos y condiciones incorrectas en sus servicios, no avisan de los cambios de horarios y niegan a los usuarios la posibilidad de facturar su equipaje por Internet.
  • La variable distribución (placement) puesto que frente a la sencillez de la reserva en un único sitio www.ryanair.com , surgen multitud de distribuidores no autorizados que revenden nuestro producto.
  • La variable promotion, directamente relacionada con la comunicación de la compañía y que corre el riesgo de desvirtuar los mensajes de la misma. En este sentido Ryanair también pierde toda las venta cruzada que la compañía realiza, coches, transporte desde el aeropuerto, hoteles,…
Demasiado riesgos, ¿no creen?

miércoles, 7 de marzo de 2007

Internet, economía de la participación y sociedad del conocimiento

La Universidad Europea Miguel de Cervantes organiza ,dentro de los actos del Seminario de Sociedad y Cultura Contemporáneas, unas jornadas sobre la repercusión de Internet en la sociedad y en la economía, en las que participa Openeconomy.net. Toda la Comunidad Académica de la UEMC y aquellas personas interesadas están invitados a asistir (agracedemos confirmación por correo electrónico jvgarciam@uemc.edu).

Conferencia 1: “De la búsqueda de información a la organización del conocimiento”

Ponente: Jose L. Marín de la Iglesia
Jueves 12 de abril, 17:00-19:00

¿Qué relación hay entre un buscador de Internet, una foto de satélite y un anuncio publicitario? Google Inc, después de revolucionar la forma en que buscamos información ha ido cambiando poco a poco todos los aspectos de nuestra vida en Internet en los que ha decidido realizar inversiones estratégicas. La organización del conocimiento disperso en Internet ha generado miles de millones de dólares de ingresos en publicidad para la fascinante empresa que más rápido ha crecido en toda la historia. En 2 horas haremos el trepidante recorrido que nos ha llevado en menos de 10 años de los buscadores que no sabían buscar a disponer de fotos vía satélite de gran resolución desde nuestras casas.

Conferencia 2: “Cómo ser parte de la nueva economía de la participación”
Ponente: Tomás Pérez Fernández
Viernes 13 de abril, 11:00–13:00.

Son ya millones las personas de todo el mundo que han creado en los últimos años sus diarios en Internet, y lo más sorprendente es que un gran porcentaje lo mantiene actualizado. Muchos incluso consiguen tener ingresos gracias a su posición en Technorati o su karma en Digg. Por otra parte la Wikipedia y Youtube han demostrado cómo con las herramientas adecuadas los usuarios estaban deseando convertirse en productores de información. Boingboing se han convertido ya en una fuente de información más visitada que las ediciones online de grandes periódicos, y además su crecimiento parece imparable. ¿Cuál es el modelo económico que mueve todo este cambio? ¿Por qué asusta tanto a las industrias de medios? ¿Qué debemos saber para movernos con soltura en la nueva economía de la participación en la que sin duda tendremos que desarrollar nuestra vida profesional?

Si no has estado nunca en la Universidad Europea Miguel de Cervantes, este es el plano de situación de su campus en Valladolid:

domingo, 4 de marzo de 2007

Acerca de Open Economy

Me temo que si preguntamos a un economista sobre la definición de economía abierta (Open Economy), nos contestará que es aquella que facilita los movimientos de capitales y de bienes a través de los mercados. También añadirá que estos movimientos están guiados por los criterios y principios básicos de búsqueda de eficiencia. Además, aclarará que el capital es el principal factor y actor de la misma. Ahora bien, aunque la definición anterior no deja (o dejaba) de ser cierta, cada vez es menos válida para describir la economía actual.

Durante siglos se han puesto todo tipo de barreras a la libre circulación de bienes y capitales y ha sido relativamente fácil controlar su tráfico, ya que los primeros pasan por las aduanas y los segundos circulan por el sistema financiero. Tampoco han sido muchos los problemas en controlar los movimientos de personas, a pesar de los crecientes flujos migratorios que claman por un puesto en la economía del bienestar.

¡Tenemos el control! Capital, trabajo (personas) y… me váis a permitir que la tierra la dejemos quieta donde está para seguir edificando. Sin embargo, uno de los factores a los que nos referíamos, el trabajo, ha cambiado sustancialmente su forma de aportar valor al sistema económico. Las personas (al menos algunas), que han sido y son vistas como un recurso que puede ser “adquirido” en el mercado, han modificado su propuesta de valor, pasando de ser meramente ejecutoras de órdenes dentro del engranaje económico a ser actores que piensan y generan ideas y conocimientos.

Bajo esta perspectiva el individuo toma peso en la Open Economy pasando a ser un nuevo actor económico. El individuo tiene cabida como agente singular en la nueva economía, en la economía abierta. Así, es capaz de hacerse oír como consumidor y de actuar como proveedor y productor en un entorno global y complejo.

La fábrica y la oficina han sido hasta ahora las unidades económicas y sociales básicas. En ellas interaccionamos hasta ocho horas diarias (y a veces más) siguiendo las rutinas sociales de la economía clásica. ¡Qué lógica! Vamos en búsqueda de la eficiencia económica transportando nuestro conocimiento en automóvil, empleando horas y horas diariamente en mover tan pesada carga, consumiendo nuestra cuota de Kyoto, de paciencia y de metro cuadrado. Los white collar workers de hoy en día presumen de que gracias a Internet son móviles, ya que se mueven todos los días desde su casa al trabajo para conectarse a la red y poder enviar un correo electrónico a su compañero del tercer piso a la vez que entran en su red corporativa. ¿Cómo sino? Sin embargo, Internet presenta un sin fin de posibilidades para organizar nuestro trabajo con la eficiencia de la Open Economy, donde los conocimientos circulan por la red en vez de por carretera, surgen nuevas formas organizativas, accedemos a contenidos relevantes para nuestro negocio o estamos en contacto con nuestro grupo de amistades.

Pero la Open Economy no es apta para todo el mundo, es un enemigo implacable de los intermediarios que no aportan valor. Con los nuevos medios de información y comunicación el individuo-consumidor es capaz de acceder a las fuentes de producción, bien sean de bienes o de servicios, como nunca antes ha sido posible. Esto le permite investigar, comparar, hablar con otros usuarios, negociar y todo ello desde la comodidad de su casa u oficina. Los intermediarios han de aprender a aportar valor en este nuevo contexto. Los expendedores de productos (o tenderos) cada vez tienen más difícil vivir de los márgenes que durante siglos les ha proporcionado el control de determinada parte de la cadena de abastecimiento, esto es, la desinformación o ignorancia del consumidor.

Una economía abierta es sin duda una economía más libre y mucho más eficiente, pero también mucho más viva y más “rápida”. La libertad en la Open Economy no debe confundirse con un liberalismo económico desacerbado y carente de sensibilidad, sino con tres principios básicos que entroncan con la libertad individual; libertad del consumidor para elegir, libertad para competir y libertad de acceso a los conocimientos.

En este contexto la única estrategia básica, tanto individual como empresarial, es la innovación. La innovación a nivel individual implica la adquisición de nuevos conocimientos, la creatividad, las nuevas ideas, las invenciones y la interacción con el resto de los individuos y agentes de la Open Economy. Desde el punto de vista empresarial, la innovación significa encontrar nuevas formas de aportar valor a otros agentes, basándose en el más preciado recurso de la nueva economía. ¡TÚ!

Para entender la Open Economy y ser partícipe de ella es fundamental comprender cuáles son estos nuevos paradigmas y a través de este blog vamos a intentarlo. Nuestra intención es compartir conocimiento (aprendiendo y quizá enseñando) como modestos actores de la nueva economía que intentan escapar de la vieja, apoyándonos precisamente en las ventajas que nos brinda la red. Queremos hacer esto sin intermediarios que nos resten valor y siendo conscientes de que para competir en una economía abierta y libre la única respuesta es la innovación a través del aprendizaje perpetuo, no sólo durante el periodo de formación "obligatorio".