24 horas desconectados
Una de las características de estos tiempos de Open Economy es la inmediatez en el acceso a la información gracias a la interconexión a nivel global que nos proporciona internet. Tengo que reconocer que la posibilidad de acceder a la red y saber qué está pasando en el mundo en todo momento, me da tranquilidad. Siento que tengo el control de la situación de alguna manera. Aunque realmente no sea cierto.
A lo largo de la semana del 28 de junio de 2007, he sentido la angustia de estar desconectado. Y no me ha gustado nada. Permitidme que os cuente. Me encontraba el día 28 con mi familia camino a Reino Unido, donde voy a estar trabajando durante los próximos dos meses. El viaje fue bien. Volamos con Ryanair (billetes que compramos electrónicamente hace unos meses) y llegamos a Stansted. Allí un tren hasta Liverpool Street y a nuestro hotel en King Cross (reservado a través de londonnights.com). A la mañana siguiente un paseo hasta Euston Station donde retiramos los billetes de Virgin (reservados a través de thetrainline.com). Cuando llegamos a Manchester, nuestro destino final, encontramos nuestro alojamiento sin problemas (también reservado a través de la web y sin intermediarios) y una vez acomodados decidimos hacer algunas compras en el centro de la ciudad. En ese preciso momento llevábamos unas 24 horas desconectados y fue cuando recibimos una llamada desde España con muestras de nerviosismo: ¿Estábais hoy en Londres? ¿Os habéis enterado? Han encontrado coches bomba en Londres.
¿Cómo que coches bomba en Londres? ¿Cuándo y quién? ¿Han explotado? ¿Ha habido muertos?,...¡necesito una conexión ya! Se acabó el "shopping". Lo primero que hago al llegar a nuestro apartamento es gestionar mi acceso a Internet pero no conseguí tener conexión hasta el lunes día 2 de Julio. Por supuesto que pudimos informarnos a través de la televisión y de la prensa escrita pero lo que más eché de menos en esos días, como dice mi querido amigo y socio Jose Luis Marín, es que me quedé sin vida digital.
Los que tenemos una vida digital, aunque sea limitada ;-), no queremos ya prescindir de ella. La información ya no es sólo la que nosotros recibimos, sino la que nosotros damos, es decir, nuestra capacidad de interacción, de comunicación, de presencia digital al fin y al cabo. Y ahora que estoy lejos de mi "hábitat físico" la necesidad es mucho mayor.
Por cierto, ahora que escribo este post me siento otra vez presente y saludo a todos los lectores de Open Economy. Prometo algún que otro artículo desde mi corresponsalía temporal en las islas,... británicas.